Como habíamos adelantado, llegamos a La Paz de madrugada, y como estaba lloviendo no lo pensamos dos veces y nos fuimos a un lugar que mucha gente nos había recomendado: Coroico.
Nos subimos a una camionetita (que en Bolivia es uno de los medios de transporte mas habitual), llena de gente, y por 15 bolivianos cada uno viajamos durante 3 horas entre montañas, nubes, lluvias, soles, ríos, y... que mas agregar, sin querer estábamos volando por la cordillera de los Andes.
Llegamos a Coroico alucinados por tanto verde, subimos al pueblo por unas agotadoras escaleras y conseguimos un alojamiento baratito y bueno... y nos tiramos a dormir (es que hacia dos noches que dormíamos en los buses y el cuerpo pedía una rato de cama).
Después de la siestita nos fuimos a dar una vuelta y conocer un poco el lugar, que sin dudarlo, nos encanto. Justo en una de las calles nos encontramos con Ariel (un chico de capital que lo habíamos conocido en San Isidro), y nos tomamos unas birras en la placita del centro del pueblo, que estaba llena de gente y de vida. Coordinamos para hacer la excursión para el día siguiente a Tocaña.
Tocaña:
Salimos tempranito por la mañana junto a Ariel, dos mellizos cordobeses, su primo que era sueco y un bosnio que era amigo de este último.
El camino suponía 12 km de caminata de ida entre la selva para llegar a una de las pocas comunidades afro-bolivianas que todavía existen. La historia es que cuando los españoles trajeron esclavos para trabajar en las minas, estos se fugaron y se refugiaron en la montaña, en medio de la selva, y allí sin querer crearon una comunidad auto suficiente.
Bueno... sigamos con el camino...
Como dije la caminata fue por el medio de la selva, con calor y humedad, cruzando todo el tiempo diferentes vegetaciones, iglesias abandonadas, puentes, subidas y bajadas... cansados llegamos después de mas de 4 horas... comimos en un mirador y vimos por primera vez a negros bolivianos.
El paisaje nos atrajo tanto que nos colgamos y se nos hizo tarde para volver. Así que Lau y Pabli decidimos volver por donde sabíamos. Los chicos prefirieron cambiar de camino e ir por otra parte de la montaña.
Bajamos rápido hasta la carretera y ya era de noche, así que allí caminamos haciendo dedo pero nadie nos levanto. Hasta que llegamos al cruce con un poco de frió y esperamos una combi que terminaría el viaje por nosotros.
Al arribar a Coroico nos encontramos con los chicos y fuimos a cenar al comedor municipal. Volvimos al hostel y Lau se quedo escribiendo, y yo me fui a tomar una birrita al único bar que estaba abierto, o que habia, con los pibes...
Al día siguiente nos encontramos con Ariel y nos tomamos un bondi para volver a La Paz...
miércoles, 8 de abril de 2009
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